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sábado, 27 de junio de 2015

LOVE ALWAYS FUCKING WINS.

 Ayer, día 26 de junio de 2015 se legalizó, por fin, el matrimonio igualitario en EEUU. En todos y cada uno de sus estados y yo tengo algunas cosas que decir al respecto.

En primer lugar, ¿A qué viene tanto retrogrado, homofobo e intolerante ofendido? “El matrimonio entre personas del mismo sexo está mal, es un error.”
No, perdona, el error es que tú pienses que la igualdad es objeto de debate cuando en realidad no lo es. Las tendencias sexuales o preferencias sexuales no interfieren a la hora de identificar a un humano como tal, es decir, antes que “un maricón, bollera, travesti” es una PERSONA, con los mismos derechos y deberes que tú.
¿Piensas que sería lógico o lícito que una persona tuviera privilegios sobre ti solo por ser rubio o moreno? No, claro que no, ¿Qué te hace pensar entonces que tú puedes tener privilegios sobre otra persona solo por quién ame o siendo más clara, por quién se lleva a la cama? No es así, siento ser yo quien te lo diga pero no es así.
La igualdad suma, no resta, no es algo que te beneficie ni te perjudica, ¿Por qué te molesta? ¿Le tienes miedo? Como ya dijo anteriormente Morgan Freeman “La homofobia no es una fobia, usted no tiene miedo, usted es gilipollas”.

Además de esto, al otro lado del cuadrilátero, tenemos a los que sin duda, se llevan la palma en lo que a ser inteligente se refiere. ¿He sonado lo suficientemente irónica? Espero que sí.
“ ¿Orgullo gay? ¿Y por qué no hay día del orgullo hetero? Ellos solos se marginan…”

No creo que pudiera haberlo dicho mejor:



Y por último, mis favoritos, los que creen que no se puede defender los derechos de las personas cuya orientación sexual "se sale de la norma", ya sean homosexuales, bisexuales, transexuales, etcétera sin formar parte de dicho colectivo.
Hasta lo que se, soy una chica heterosexual, lo cual no implica que sea CIEGA. 

Soy heterosexual y VEO la sombra de una sociedad homofoba que en pleno siglo XXI aún persigue a personas y las castiga solo por sus preferencias sexuales.
Soy blanca y VEO el racismo y los estereotipos hacia numerosas etnias.
No soy transexual y VEO el calvario por el que pasan millones de personas por haber nacido en "el cuerpo equivocado"
No soy una puñetera alpaca y VEO las barbaridades que se les hacen a los animales.

No pertenezco a ninguno de esos colectivos pero VEO las diferencias, veo la desigualdad y veo la crueldad.
Yo no tengo nada que perder, yo no sufro esas desventajas, aunque si que sufro otras, pero no esas y aún así no me siento cómoda, no voy a contribuir a que el mundo siga siendo injusto, tampoco voy a quedarme callada y en la medida de lo posible quiero cambiarlo. ¿Cuál es el problema? ¿Qué problema hay en que mi punto de vista sea externo? Igualmente lo veo y con eso debería bastar.

Retomando el tema de la legalización del matrimonio igualitario en EEUU, ayer me llamó una vieja amiga.
Ella es americana y me llamó llorando de felicidad porque según ella, por primera vez en su vida se sentía orgullosa de su país, por primera vez sentía que ya daba igual lo que la gente pensara o le dijera porque en cierto modo su país la respaldaba ahora. 
Según ella, había descartado la posibilidad de cualquier unión legal con su pareja y ahora todo había cambiado. 
¿Veis la importancia de lo que os digo? Yo no me alegro por mí, a mi no me beneficia, pero si beneficia a los míos y si contribuye a que este mundo, poquito a poquito, cada vez sea más humano y más justo es suficiente. 

"Los niños son el eco de la voz de nuestra generación y el reflejo de la sociedad del futuro."

                                                                                   Inés Expósito        #LoveWins 





domingo, 21 de junio de 2015

Desnudo mi pasado más oscuro para iluminar vuestro futuro.

Porque ya no es la vergüenza la que os habla sino el orgullo de poder decir “soy más de lo que creía e infinitamente más de lo que creíais vosotros”
Me dirijo directamente a ustedes, a los que casi conseguís que llegara a pensar que de verdad no valía para nada.
Me hicisteis dudar de mis capacidades y hasta de mi misma, me disteis a entender que mi futuro sería incierto y que acabaría siendo una desgraciada y entonces tan solo tenía 14 años.

Cuando me acuerdo de mi yo de 14 años inmovilizada por la vergüenza en aquella inmensa pizarra la frustración y la rabia se apoderan de mi cuerpo.
Una yo de 14 años de espaldas a un público murmurante de 30 personas, con los ojos clavados en un montón de números y letras que no entendía, presionando la pizarra con una tiza que parecía que se negaba a escribir, quizá por los nervios, la inexperiencia o por como se me tornaba borrosa la visión a causa del bochorno.
Recuerdo tan bien esa sensación, como el profundo sonido de mi respiración se veía interrumpido por aquel grito de “¡Eres una inútil! ¡Siéntate y no me hagas perder el tiempo!”

Durante los años siguientes salir a la pizarra a corregir un ejercicio, por simple que fuera, se convirtió en mi mayor fobia, que tontería, ¿Verdad?
Dolores de estómago, nauseas, no me veía capaz. Le tenía pánico. Odiaba las matemáticas, la física, la química…

Dos años más tarde cambió “mi suerte” y quien dice “suerte”, dice “profesora”.
Aún recuerdo mi primer examen con ella, por primera vez  fui capaz de hacer un examen de matemáticas entero, aún así no tenía demasiadas esperanzas en mí.
Ese día mi profesora llegó y dijo “voy diciendo las notas en voz alta, quien no quiera que la diga en alto puede decírmelo y se lo diré en privado.”
No os voy a mentir, yo estaba acostumbrada a que después de mi apellido viniera una nota baja pero si podía ahorrarme el mal trago, me lo ahorraría sin pensármelo dos veces.
La lista fue bajando hasta que llegó mi turno. Ni si quiera dejé que terminara de decir mi nombre para interrumpirla diciendo “No la digas, por favor”.
Mi profesora me miró incrédula y me preguntó que por qué no quería que la dijera, mi respuesta fue que me daba vergüenza. Mi profesora frunció el ceño, me miraba perpleja “¿Vergüenza? ¿Desde cuando un 8’75 es motivo de vergüenza?”
¿Un 8’75? ¿Yo? ¿En matemáticas?
No se lo creyeron, de hecho nadie se lo creyó, ni yo tampoco.
Entonces lo entendí, ni yo misma creía en mi, ¿Cómo pretendía que creyera en mi alguien más?
Ese curso aprobé matemáticas con un 8, igual la culpa no era mía, igual mi yo de 14 años no le hacía perder el tiempo a nadie sino todo lo contrario, igual la culpa de que no entendiera las matemáticas, la física o la química fue de la utilización de un método equivocado, quizás me dieron por perdida demasiado rápido, quizá solo necesitaba un punto de apoyo, un resorte, un “yo creo en ti”…

Hoy me acuerdo y me río porque me encargué personalmente de cerrarle la boquita al que me dijo  “ni lo intentes”  lo intenté y posiblemente mis fracasos fueron más de los que alcanzo a recordar pero hoy mis victorias son las encargadas de barrer mis fracasos y no veo nada más que eso, victorias.
Lo intenté por mi, por los que creyeron en mi y ¿Por qué no? Por los que dudaron de mi y hoy no les queda más que agachar la cabeza y esconder su incrédula mirada.
Lo intenté y lo conseguí, porque yo soy mucho más de lo que ven, mucho más de lo que creen.
Voy a beberme un chupito por cada "no puedo más" en vano porque si, porque joder, cuando le echo huevos no hay quien me pueda.
Y aquí está la prueba, la niña que algunos decían que no superaría la ESO acaba de terminar su segundo año de carrera, ¿Quién ríe ahora?
¿Dónde estaría ahora si hubiese hecho caso a los que no apostaban un duro por mi? ¿Qué sería de mi si no me hubiese arriesgado a apostar por mi misma?

Y ahora te lo digo a ti, personita que me está leyendo, si alguna vez te has sentido como yo, no dejes que nadie te diga de lo que eres capaz y de lo que no, demuéstrales que cuando te propones algo lo consigues porque contigo no hay quien pueda.
Cumple tus sueños por inalcanzable que parezcan, alcanza tus metas, sal ahí fuera y supera tus miedos, ríete en la cara del que tenga valor de tan solo ponerte a prueba porque no hay mayor satisfacción que poder decir "lo he conseguido".
Me ofrezco, me ofrezco a ser tu resorte, a empujarte cuando solo quieras retroceder, me ofrezco porque yo también lo necesité en su día.

Y como último favor te pido que si por “inútil” te caes, por tus cojones te levantes y te permitas el lujo de cerrarle la boca al que un día dudó de ti.