;

;

domingo, 24 de julio de 2016

Tú y yo nunca más.

Es domingo y tú no estás, como si el domingo no fuese lo suficientemente triste ya de por sí.
La música retumba por toda la habitación con la esperanza de evadir mis pensamientos, ilusa de mi. Como si hubiera alguna canción que no hablara de nosotros. Como si existiese alguna canción que no me hiciera pensar en ti.

Te echo tanto de menos que me quema la garganta. Echo de menos quedarnos dormidos por no colgar el teléfono, echo de menos contarte mi día y que tu me cuentes el tuyo, echo de menos tus ataques de amor repentino y despertarme con un mensaje ñoño de esos que tanto odio y que tanta falta me hacen a veces.
Echo de menos tus ataques de inseguridad aún sabiendo que vinieran los que vinieran tú siempre estarías por delante.
Echo de menos tu carita cuando tenías sueño, a quién pretendo engañar, echo de menos tu carita en general. Y tu boca, y tus ojos, y tus pequitas, y tus brazos, joder tus brazos. Echo de menos hasta la cara de hijo de puta que se te ponía cuando discutíamos, cuando se te escapaba la risa porque los dos sabíamos que da igual cuantas veces al día discutiéramos porque acabaríamos haciendo las paces. Menos la última vez.

Echo de menos que te rieras cuando te contaba algo por estúpido que fuese y que te mantuvieras fuerte cuando yo te necesitaba así.
Echo de menos tus “¿Esa camiseta es nueva? Te sienta genial.”
Echo de menos que me protegieras, que me cuidaras y sentirte cerca aún estando separados por el océano más grande del mundo.

Ojalá no pienses que me arrepiento de todo esto, ojalá no pienses que me arrepiento de quererte y haberte querido, ojalá no pienses que te considero un error, ojalá no pienses que ya no te quiero, ojalá no pienses que ya no me importas.
Porque te equivocarías, te equivocarías porque nunca me arrepentiría de haber vivido esto contigo, nunca me arrepentiría porque has sido, eres y vas a ser siempre de las cosas más bonitas que me ha pasado en la vida.
Te equivocarías porque tú fuiste el primero que supo verme como de verdad soy, porque fuiste el primero en hacerme sentir viva y bien conmigo misma, porque fuiste el primero en decirme un “te quiero” real, mirándome a los ojos y porque te encargaste de no parar de repetírmelo hasta que lo entendí.
Porque fuiste el primero que consiguió sacarme de un boquete en el que ni yo misma sabía que estaba, porque fuiste el primero en erizarme la piel solo con mirarme.
Porque desde que apareciste tú, yo dejé de buscar razones para quererme porque tú me las diste todas, una a una.
Porque nadie me ha vuelto a mirar como lo hacías tú, como si fuese lo único que merecía la pena mirar.


Confío en mi y confío en que en algún día me deje de doler tanto asumir que tú y yo nunca más.

                                                                                                      - Inés Expósito.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Por si te vuelves a ir.


Por si te vuelves a ir y me dejas con la esperanza hecha añicos, otra vez.
Por si te vuelves a ir y me dejas a solas con mi peor yo, aún sabiendo el miedo que me da.
Por si te vuelves a ir y me dejas con ganas de más y sin ganas de todo.
Por si te vuelves a ir y te lo llevas todo, todo menos mis miedos, mis inseguridades y tu olor pegado en mis sábanas, en mi ropa, en todas partes. 

La culpa fue mia, por hacerte pensar que tenias derecho a reventarme el corazón sin más y luego volver como si nada. Por abrirte la puerta a las tantas de la madrugada cuando te daba por buscar nuestro amor en el fondo de la botella y creerme tus excusas baratas empapadas en vodka del malo. Pero joder, como pesa el frío y que grande se me hace la cama cuando te echo de menos. 
Mía, la culpa es mía, por echarme la culpa cuando fuiste tú el que me prometió las estrellas y acabó estrellándome sin piedad contra el frío muro de la realidad. Una realidad contigo pero sin ti que no me daba la gana de aceptar. 
Contigo en mi cabeza en vez de en mi vida, en definitiva, contigo pero sin ti. 
La culpa fue mia por buscarte en cada calle, en cada esquina, en cada vaso, en cada rincón aún sabiendo que ya no estabas, por buscar el calor en otros brazos aún sabiendo que en los brazos equivocados no se quita el frío.
Porque fuiste tú y solo tú el que prometió, prometió y prometió y no cumplió ninguna de sus promesas. 

Tú, maldito inconformista que no te bastó con romperme el corazón una vez, ni dos, ni tres, sino que decidiste pisotearlo y hacerlo polvo sin más. 
Tú, que con una mano me tocabas el alma y con la otra me arrancabas el corazón. 
Tú, que no te bastó con bajarme la luna y decidiste subirme hasta ella para luego empujarme y verme caer. Una y otra vez. 
Ya ni si quiera recuerdo cuantas veces tropecé con tu estúpido ego, ya no se cuantas excusas puse por cada puñal que me clavaste y he perdido la cuenta de, aún habiéndome hecho tanto daño, cuantas veces recé para cruzarme contigo aunque fuese por casualidad, cuantas veces me prometí a mi misma que era la última vez que te dejaba entrar mientras tú me sonreías y me decías “la penúltima, siempre la penúltima”. Y que razón tenías. 
A ti, que te has cargado una por una todas mis canciones favoritas haciéndome imposible escucharlas de nuevo sin que algo dentro de mi cruja, sin pensar en ti, en lo feliz que vivía en mi mentira contigo y como me desperté tiritando en una realidad sin ti y con el corazón lleno de astillas.
A ti, que ignorabas mis palabras cuando te decía que me iría lejos de aquí, que no reaccionabas hasta que no me veías en la puerta, te reías y me decías “¿A que no te vas?” y yo no me iba porque en ese entonces creía que nadie me haría sentir lo que me hacías sentir tú. 

Hubo un tiempo, aunque no me guste admitirlo, que sin ti yo no, pero yo ya no más. Que no te necesito, que no, que conmigo no juegas más. Que ahora soy yo la que me bajo la luna si quiero verla de cerca, que si tengo frío me tapo y que ya no te echo de menos, ahora te echo de más. Que me he cosido un chaleco antibalas pensando en tus brazos, en tu sonrisa, en tus ojos, en tu palabrería barata, que eso ya no sirve. Que ya no te busco y si te encuentro de casualidad me hago la tonta. Que ya no más, que ya no te abro más la puerta a ninguna hora, vete con tus mentiras, tus palabras vacías y tu vodka barato. Que si algo me enseñaste en todo este tiempo es que un corazón roto sigue latiendo y que si en esta vida nada es para siempre, el dolor tampoco.

A ti, que te volviste a ir, no vuelvas más que yo, te lo creas o no, ya me fui.



                                         
Créditos de la foto a mi maravillosa artista @Hazzatumbo ;  
Instagram: Hazzatumbo

(Os aconsejo que os paséis por su instagram y facebook para echarle un vistazo a sus trabajos, muy recomendables)

                                                                                                             I.Exposito

sábado, 27 de junio de 2015

LOVE ALWAYS FUCKING WINS.

 Ayer, día 26 de junio de 2015 se legalizó, por fin, el matrimonio igualitario en EEUU. En todos y cada uno de sus estados y yo tengo algunas cosas que decir al respecto.

En primer lugar, ¿A qué viene tanto retrogrado, homofobo e intolerante ofendido? “El matrimonio entre personas del mismo sexo está mal, es un error.”
No, perdona, el error es que tú pienses que la igualdad es objeto de debate cuando en realidad no lo es. Las tendencias sexuales o preferencias sexuales no interfieren a la hora de identificar a un humano como tal, es decir, antes que “un maricón, bollera, travesti” es una PERSONA, con los mismos derechos y deberes que tú.
¿Piensas que sería lógico o lícito que una persona tuviera privilegios sobre ti solo por ser rubio o moreno? No, claro que no, ¿Qué te hace pensar entonces que tú puedes tener privilegios sobre otra persona solo por quién ame o siendo más clara, por quién se lleva a la cama? No es así, siento ser yo quien te lo diga pero no es así.
La igualdad suma, no resta, no es algo que te beneficie ni te perjudica, ¿Por qué te molesta? ¿Le tienes miedo? Como ya dijo anteriormente Morgan Freeman “La homofobia no es una fobia, usted no tiene miedo, usted es gilipollas”.

Además de esto, al otro lado del cuadrilátero, tenemos a los que sin duda, se llevan la palma en lo que a ser inteligente se refiere. ¿He sonado lo suficientemente irónica? Espero que sí.
“ ¿Orgullo gay? ¿Y por qué no hay día del orgullo hetero? Ellos solos se marginan…”

No creo que pudiera haberlo dicho mejor:



Y por último, mis favoritos, los que creen que no se puede defender los derechos de las personas cuya orientación sexual "se sale de la norma", ya sean homosexuales, bisexuales, transexuales, etcétera sin formar parte de dicho colectivo.
Hasta lo que se, soy una chica heterosexual, lo cual no implica que sea CIEGA. 

Soy heterosexual y VEO la sombra de una sociedad homofoba que en pleno siglo XXI aún persigue a personas y las castiga solo por sus preferencias sexuales.
Soy blanca y VEO el racismo y los estereotipos hacia numerosas etnias.
No soy transexual y VEO el calvario por el que pasan millones de personas por haber nacido en "el cuerpo equivocado"
No soy una puñetera alpaca y VEO las barbaridades que se les hacen a los animales.

No pertenezco a ninguno de esos colectivos pero VEO las diferencias, veo la desigualdad y veo la crueldad.
Yo no tengo nada que perder, yo no sufro esas desventajas, aunque si que sufro otras, pero no esas y aún así no me siento cómoda, no voy a contribuir a que el mundo siga siendo injusto, tampoco voy a quedarme callada y en la medida de lo posible quiero cambiarlo. ¿Cuál es el problema? ¿Qué problema hay en que mi punto de vista sea externo? Igualmente lo veo y con eso debería bastar.

Retomando el tema de la legalización del matrimonio igualitario en EEUU, ayer me llamó una vieja amiga.
Ella es americana y me llamó llorando de felicidad porque según ella, por primera vez en su vida se sentía orgullosa de su país, por primera vez sentía que ya daba igual lo que la gente pensara o le dijera porque en cierto modo su país la respaldaba ahora. 
Según ella, había descartado la posibilidad de cualquier unión legal con su pareja y ahora todo había cambiado. 
¿Veis la importancia de lo que os digo? Yo no me alegro por mí, a mi no me beneficia, pero si beneficia a los míos y si contribuye a que este mundo, poquito a poquito, cada vez sea más humano y más justo es suficiente. 

"Los niños son el eco de la voz de nuestra generación y el reflejo de la sociedad del futuro."

                                                                                   Inés Expósito        #LoveWins 





domingo, 21 de junio de 2015

Desnudo mi pasado más oscuro para iluminar vuestro futuro.

Porque ya no es la vergüenza la que os habla sino el orgullo de poder decir “soy más de lo que creía e infinitamente más de lo que creíais vosotros”
Me dirijo directamente a ustedes, a los que casi conseguís que llegara a pensar que de verdad no valía para nada.
Me hicisteis dudar de mis capacidades y hasta de mi misma, me disteis a entender que mi futuro sería incierto y que acabaría siendo una desgraciada y entonces tan solo tenía 14 años.

Cuando me acuerdo de mi yo de 14 años inmovilizada por la vergüenza en aquella inmensa pizarra la frustración y la rabia se apoderan de mi cuerpo.
Una yo de 14 años de espaldas a un público murmurante de 30 personas, con los ojos clavados en un montón de números y letras que no entendía, presionando la pizarra con una tiza que parecía que se negaba a escribir, quizá por los nervios, la inexperiencia o por como se me tornaba borrosa la visión a causa del bochorno.
Recuerdo tan bien esa sensación, como el profundo sonido de mi respiración se veía interrumpido por aquel grito de “¡Eres una inútil! ¡Siéntate y no me hagas perder el tiempo!”

Durante los años siguientes salir a la pizarra a corregir un ejercicio, por simple que fuera, se convirtió en mi mayor fobia, que tontería, ¿Verdad?
Dolores de estómago, nauseas, no me veía capaz. Le tenía pánico. Odiaba las matemáticas, la física, la química…

Dos años más tarde cambió “mi suerte” y quien dice “suerte”, dice “profesora”.
Aún recuerdo mi primer examen con ella, por primera vez  fui capaz de hacer un examen de matemáticas entero, aún así no tenía demasiadas esperanzas en mí.
Ese día mi profesora llegó y dijo “voy diciendo las notas en voz alta, quien no quiera que la diga en alto puede decírmelo y se lo diré en privado.”
No os voy a mentir, yo estaba acostumbrada a que después de mi apellido viniera una nota baja pero si podía ahorrarme el mal trago, me lo ahorraría sin pensármelo dos veces.
La lista fue bajando hasta que llegó mi turno. Ni si quiera dejé que terminara de decir mi nombre para interrumpirla diciendo “No la digas, por favor”.
Mi profesora me miró incrédula y me preguntó que por qué no quería que la dijera, mi respuesta fue que me daba vergüenza. Mi profesora frunció el ceño, me miraba perpleja “¿Vergüenza? ¿Desde cuando un 8’75 es motivo de vergüenza?”
¿Un 8’75? ¿Yo? ¿En matemáticas?
No se lo creyeron, de hecho nadie se lo creyó, ni yo tampoco.
Entonces lo entendí, ni yo misma creía en mi, ¿Cómo pretendía que creyera en mi alguien más?
Ese curso aprobé matemáticas con un 8, igual la culpa no era mía, igual mi yo de 14 años no le hacía perder el tiempo a nadie sino todo lo contrario, igual la culpa de que no entendiera las matemáticas, la física o la química fue de la utilización de un método equivocado, quizás me dieron por perdida demasiado rápido, quizá solo necesitaba un punto de apoyo, un resorte, un “yo creo en ti”…

Hoy me acuerdo y me río porque me encargué personalmente de cerrarle la boquita al que me dijo  “ni lo intentes”  lo intenté y posiblemente mis fracasos fueron más de los que alcanzo a recordar pero hoy mis victorias son las encargadas de barrer mis fracasos y no veo nada más que eso, victorias.
Lo intenté por mi, por los que creyeron en mi y ¿Por qué no? Por los que dudaron de mi y hoy no les queda más que agachar la cabeza y esconder su incrédula mirada.
Lo intenté y lo conseguí, porque yo soy mucho más de lo que ven, mucho más de lo que creen.
Voy a beberme un chupito por cada "no puedo más" en vano porque si, porque joder, cuando le echo huevos no hay quien me pueda.
Y aquí está la prueba, la niña que algunos decían que no superaría la ESO acaba de terminar su segundo año de carrera, ¿Quién ríe ahora?
¿Dónde estaría ahora si hubiese hecho caso a los que no apostaban un duro por mi? ¿Qué sería de mi si no me hubiese arriesgado a apostar por mi misma?

Y ahora te lo digo a ti, personita que me está leyendo, si alguna vez te has sentido como yo, no dejes que nadie te diga de lo que eres capaz y de lo que no, demuéstrales que cuando te propones algo lo consigues porque contigo no hay quien pueda.
Cumple tus sueños por inalcanzable que parezcan, alcanza tus metas, sal ahí fuera y supera tus miedos, ríete en la cara del que tenga valor de tan solo ponerte a prueba porque no hay mayor satisfacción que poder decir "lo he conseguido".
Me ofrezco, me ofrezco a ser tu resorte, a empujarte cuando solo quieras retroceder, me ofrezco porque yo también lo necesité en su día.

Y como último favor te pido que si por “inútil” te caes, por tus cojones te levantes y te permitas el lujo de cerrarle la boca al que un día dudó de ti.