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viernes, 11 de septiembre de 2015

Por si te vuelves a ir.


Por si te vuelves a ir y me dejas con la esperanza hecha añicos, otra vez.
Por si te vuelves a ir y me dejas a solas con mi peor yo, aún sabiendo el miedo que me da.
Por si te vuelves a ir y me dejas con ganas de más y sin ganas de todo.
Por si te vuelves a ir y te lo llevas todo, todo menos mis miedos, mis inseguridades y tu olor pegado en mis sábanas, en mi ropa, en todas partes. 

La culpa fue mia, por hacerte pensar que tenias derecho a reventarme el corazón sin más y luego volver como si nada. Por abrirte la puerta a las tantas de la madrugada cuando te daba por buscar nuestro amor en el fondo de la botella y creerme tus excusas baratas empapadas en vodka del malo. Pero joder, como pesa el frío y que grande se me hace la cama cuando te echo de menos. 
Mía, la culpa es mía, por echarme la culpa cuando fuiste tú el que me prometió las estrellas y acabó estrellándome sin piedad contra el frío muro de la realidad. Una realidad contigo pero sin ti que no me daba la gana de aceptar. 
Contigo en mi cabeza en vez de en mi vida, en definitiva, contigo pero sin ti. 
La culpa fue mia por buscarte en cada calle, en cada esquina, en cada vaso, en cada rincón aún sabiendo que ya no estabas, por buscar el calor en otros brazos aún sabiendo que en los brazos equivocados no se quita el frío.
Porque fuiste tú y solo tú el que prometió, prometió y prometió y no cumplió ninguna de sus promesas. 

Tú, maldito inconformista que no te bastó con romperme el corazón una vez, ni dos, ni tres, sino que decidiste pisotearlo y hacerlo polvo sin más. 
Tú, que con una mano me tocabas el alma y con la otra me arrancabas el corazón. 
Tú, que no te bastó con bajarme la luna y decidiste subirme hasta ella para luego empujarme y verme caer. Una y otra vez. 
Ya ni si quiera recuerdo cuantas veces tropecé con tu estúpido ego, ya no se cuantas excusas puse por cada puñal que me clavaste y he perdido la cuenta de, aún habiéndome hecho tanto daño, cuantas veces recé para cruzarme contigo aunque fuese por casualidad, cuantas veces me prometí a mi misma que era la última vez que te dejaba entrar mientras tú me sonreías y me decías “la penúltima, siempre la penúltima”. Y que razón tenías. 
A ti, que te has cargado una por una todas mis canciones favoritas haciéndome imposible escucharlas de nuevo sin que algo dentro de mi cruja, sin pensar en ti, en lo feliz que vivía en mi mentira contigo y como me desperté tiritando en una realidad sin ti y con el corazón lleno de astillas.
A ti, que ignorabas mis palabras cuando te decía que me iría lejos de aquí, que no reaccionabas hasta que no me veías en la puerta, te reías y me decías “¿A que no te vas?” y yo no me iba porque en ese entonces creía que nadie me haría sentir lo que me hacías sentir tú. 

Hubo un tiempo, aunque no me guste admitirlo, que sin ti yo no, pero yo ya no más. Que no te necesito, que no, que conmigo no juegas más. Que ahora soy yo la que me bajo la luna si quiero verla de cerca, que si tengo frío me tapo y que ya no te echo de menos, ahora te echo de más. Que me he cosido un chaleco antibalas pensando en tus brazos, en tu sonrisa, en tus ojos, en tu palabrería barata, que eso ya no sirve. Que ya no te busco y si te encuentro de casualidad me hago la tonta. Que ya no más, que ya no te abro más la puerta a ninguna hora, vete con tus mentiras, tus palabras vacías y tu vodka barato. Que si algo me enseñaste en todo este tiempo es que un corazón roto sigue latiendo y que si en esta vida nada es para siempre, el dolor tampoco.

A ti, que te volviste a ir, no vuelvas más que yo, te lo creas o no, ya me fui.



                                         
Créditos de la foto a mi maravillosa artista @Hazzatumbo ;  
Instagram: Hazzatumbo

(Os aconsejo que os paséis por su instagram y facebook para echarle un vistazo a sus trabajos, muy recomendables)

                                                                                                             I.Exposito

sábado, 27 de junio de 2015

LOVE ALWAYS FUCKING WINS.

 Ayer, día 26 de junio de 2015 se legalizó, por fin, el matrimonio igualitario en EEUU. En todos y cada uno de sus estados y yo tengo algunas cosas que decir al respecto.

En primer lugar, ¿A qué viene tanto retrogrado, homofobo e intolerante ofendido? “El matrimonio entre personas del mismo sexo está mal, es un error.”
No, perdona, el error es que tú pienses que la igualdad es objeto de debate cuando en realidad no lo es. Las tendencias sexuales o preferencias sexuales no interfieren a la hora de identificar a un humano como tal, es decir, antes que “un maricón, bollera, travesti” es una PERSONA, con los mismos derechos y deberes que tú.
¿Piensas que sería lógico o lícito que una persona tuviera privilegios sobre ti solo por ser rubio o moreno? No, claro que no, ¿Qué te hace pensar entonces que tú puedes tener privilegios sobre otra persona solo por quién ame o siendo más clara, por quién se lleva a la cama? No es así, siento ser yo quien te lo diga pero no es así.
La igualdad suma, no resta, no es algo que te beneficie ni te perjudica, ¿Por qué te molesta? ¿Le tienes miedo? Como ya dijo anteriormente Morgan Freeman “La homofobia no es una fobia, usted no tiene miedo, usted es gilipollas”.

Además de esto, al otro lado del cuadrilátero, tenemos a los que sin duda, se llevan la palma en lo que a ser inteligente se refiere. ¿He sonado lo suficientemente irónica? Espero que sí.
“ ¿Orgullo gay? ¿Y por qué no hay día del orgullo hetero? Ellos solos se marginan…”

No creo que pudiera haberlo dicho mejor:



Y por último, mis favoritos, los que creen que no se puede defender los derechos de las personas cuya orientación sexual "se sale de la norma", ya sean homosexuales, bisexuales, transexuales, etcétera sin formar parte de dicho colectivo.
Hasta lo que se, soy una chica heterosexual, lo cual no implica que sea CIEGA. 

Soy heterosexual y VEO la sombra de una sociedad homofoba que en pleno siglo XXI aún persigue a personas y las castiga solo por sus preferencias sexuales.
Soy blanca y VEO el racismo y los estereotipos hacia numerosas etnias.
No soy transexual y VEO el calvario por el que pasan millones de personas por haber nacido en "el cuerpo equivocado"
No soy una puñetera alpaca y VEO las barbaridades que se les hacen a los animales.

No pertenezco a ninguno de esos colectivos pero VEO las diferencias, veo la desigualdad y veo la crueldad.
Yo no tengo nada que perder, yo no sufro esas desventajas, aunque si que sufro otras, pero no esas y aún así no me siento cómoda, no voy a contribuir a que el mundo siga siendo injusto, tampoco voy a quedarme callada y en la medida de lo posible quiero cambiarlo. ¿Cuál es el problema? ¿Qué problema hay en que mi punto de vista sea externo? Igualmente lo veo y con eso debería bastar.

Retomando el tema de la legalización del matrimonio igualitario en EEUU, ayer me llamó una vieja amiga.
Ella es americana y me llamó llorando de felicidad porque según ella, por primera vez en su vida se sentía orgullosa de su país, por primera vez sentía que ya daba igual lo que la gente pensara o le dijera porque en cierto modo su país la respaldaba ahora. 
Según ella, había descartado la posibilidad de cualquier unión legal con su pareja y ahora todo había cambiado. 
¿Veis la importancia de lo que os digo? Yo no me alegro por mí, a mi no me beneficia, pero si beneficia a los míos y si contribuye a que este mundo, poquito a poquito, cada vez sea más humano y más justo es suficiente. 

"Los niños son el eco de la voz de nuestra generación y el reflejo de la sociedad del futuro."

                                                                                   Inés Expósito        #LoveWins 





domingo, 21 de junio de 2015

Desnudo mi pasado más oscuro para iluminar vuestro futuro.

Porque ya no es la vergüenza la que os habla sino el orgullo de poder decir “soy más de lo que creía e infinitamente más de lo que creíais vosotros”
Me dirijo directamente a ustedes, a los que casi conseguís que llegara a pensar que de verdad no valía para nada.
Me hicisteis dudar de mis capacidades y hasta de mi misma, me disteis a entender que mi futuro sería incierto y que acabaría siendo una desgraciada y entonces tan solo tenía 14 años.

Cuando me acuerdo de mi yo de 14 años inmovilizada por la vergüenza en aquella inmensa pizarra la frustración y la rabia se apoderan de mi cuerpo.
Una yo de 14 años de espaldas a un público murmurante de 30 personas, con los ojos clavados en un montón de números y letras que no entendía, presionando la pizarra con una tiza que parecía que se negaba a escribir, quizá por los nervios, la inexperiencia o por como se me tornaba borrosa la visión a causa del bochorno.
Recuerdo tan bien esa sensación, como el profundo sonido de mi respiración se veía interrumpido por aquel grito de “¡Eres una inútil! ¡Siéntate y no me hagas perder el tiempo!”

Durante los años siguientes salir a la pizarra a corregir un ejercicio, por simple que fuera, se convirtió en mi mayor fobia, que tontería, ¿Verdad?
Dolores de estómago, nauseas, no me veía capaz. Le tenía pánico. Odiaba las matemáticas, la física, la química…

Dos años más tarde cambió “mi suerte” y quien dice “suerte”, dice “profesora”.
Aún recuerdo mi primer examen con ella, por primera vez  fui capaz de hacer un examen de matemáticas entero, aún así no tenía demasiadas esperanzas en mí.
Ese día mi profesora llegó y dijo “voy diciendo las notas en voz alta, quien no quiera que la diga en alto puede decírmelo y se lo diré en privado.”
No os voy a mentir, yo estaba acostumbrada a que después de mi apellido viniera una nota baja pero si podía ahorrarme el mal trago, me lo ahorraría sin pensármelo dos veces.
La lista fue bajando hasta que llegó mi turno. Ni si quiera dejé que terminara de decir mi nombre para interrumpirla diciendo “No la digas, por favor”.
Mi profesora me miró incrédula y me preguntó que por qué no quería que la dijera, mi respuesta fue que me daba vergüenza. Mi profesora frunció el ceño, me miraba perpleja “¿Vergüenza? ¿Desde cuando un 8’75 es motivo de vergüenza?”
¿Un 8’75? ¿Yo? ¿En matemáticas?
No se lo creyeron, de hecho nadie se lo creyó, ni yo tampoco.
Entonces lo entendí, ni yo misma creía en mi, ¿Cómo pretendía que creyera en mi alguien más?
Ese curso aprobé matemáticas con un 8, igual la culpa no era mía, igual mi yo de 14 años no le hacía perder el tiempo a nadie sino todo lo contrario, igual la culpa de que no entendiera las matemáticas, la física o la química fue de la utilización de un método equivocado, quizás me dieron por perdida demasiado rápido, quizá solo necesitaba un punto de apoyo, un resorte, un “yo creo en ti”…

Hoy me acuerdo y me río porque me encargué personalmente de cerrarle la boquita al que me dijo  “ni lo intentes”  lo intenté y posiblemente mis fracasos fueron más de los que alcanzo a recordar pero hoy mis victorias son las encargadas de barrer mis fracasos y no veo nada más que eso, victorias.
Lo intenté por mi, por los que creyeron en mi y ¿Por qué no? Por los que dudaron de mi y hoy no les queda más que agachar la cabeza y esconder su incrédula mirada.
Lo intenté y lo conseguí, porque yo soy mucho más de lo que ven, mucho más de lo que creen.
Voy a beberme un chupito por cada "no puedo más" en vano porque si, porque joder, cuando le echo huevos no hay quien me pueda.
Y aquí está la prueba, la niña que algunos decían que no superaría la ESO acaba de terminar su segundo año de carrera, ¿Quién ríe ahora?
¿Dónde estaría ahora si hubiese hecho caso a los que no apostaban un duro por mi? ¿Qué sería de mi si no me hubiese arriesgado a apostar por mi misma?

Y ahora te lo digo a ti, personita que me está leyendo, si alguna vez te has sentido como yo, no dejes que nadie te diga de lo que eres capaz y de lo que no, demuéstrales que cuando te propones algo lo consigues porque contigo no hay quien pueda.
Cumple tus sueños por inalcanzable que parezcan, alcanza tus metas, sal ahí fuera y supera tus miedos, ríete en la cara del que tenga valor de tan solo ponerte a prueba porque no hay mayor satisfacción que poder decir "lo he conseguido".
Me ofrezco, me ofrezco a ser tu resorte, a empujarte cuando solo quieras retroceder, me ofrezco porque yo también lo necesité en su día.

Y como último favor te pido que si por “inútil” te caes, por tus cojones te levantes y te permitas el lujo de cerrarle la boca al que un día dudó de ti.

viernes, 1 de mayo de 2015

Una historia para contar.


"Nací en Córdoba en una familia de padres toxicómanos. Mi padre se dedicaba a la venta de drogas, a los atracos…
Recuerdo que mis padres se inyectaban heroína delante de mi y de mis hermanas.
Yo, desde muy chico, al ver la situación que había en mi casa empecé a salir a la calle y me iba a la otra punta de Córdoba andando solo hasta el barrio de mis abuelos, que eran a los que yo más quería.
Mi abuela, al escaparme tantas veces de mi casa me decía:

-       ¿Carlitos, cabrón, ¿Otra vez te has escapado de la casa? ¿Cómo es que tan chiquito vienes desde la otra punta de Córdoba tú solo?

Y yo le decía que había hecho el camino con mi madre muchas veces y lo recordaba bien.
A mi me gustaba mucho estar ancá1  mis abuelos porque al contrario que mis padres, ellos me daban mucho cariño. 

Mi abuelo me contaba muchas historias, me contaba muchas veces que estuvo en la guerra de España, era militar y muy amigo de Franco. O eso me contaba él.
A mi abuelo le pegaron un tiro en la pierna y se la tuvieron que cortar.
¡Llegaron a ascenderlo hasta sargento! Recuerdo ver a mi abuelo vestido de militar, con su pierna cortada, su muleta y su bastón. Iba al cuartel de Lepanto, allí era una persona muy querida porque se ponía mucho en el lugar de los soldados.

Cuando yo salía de la casa de mis abuelos siempre llevaba en el bolsillo cinco duros para comprar chucherías en el quiosco.  Ese quiosco estaba detrás de mi calle y le pedía a la mujer las chucherías que estaban detrás de ella. Cuando la mujer se daba la vuelta para coger lo que yo le había pedido, le quitaba las chucherías del mostrador y me iba corriendo para la casa de mis abuelos, entonces mi abuela me decía:

-       “¿De dónde has sacado tantas chucherías, chiquillo?
-       “Del quiosco, que había una mujer muy guapa y se las he quitado.” Le contestaba yo.

Después, cuando me aburría de estar ancá mis abuelos me iba de nuevo a la otra punta de Córdoba, al barrio de los gitanos dónde vivían mis padres.
Recuerdo que nos poníamos de noche en el barrio con las candelas a cantar y a bailar.
Siempre había muchas botellas de vodka, “wixky”2 y otras muchas cosas que no se bebían, cuando algunos de los gitanos no se daban cuenta  yo les quitaba las botellas y me las pimplaba3.
Recuerdo a mis tías y a mi madre bailando y cantando alrededor de las candelas.

Por motivo de las drogas, me separaron de mis padres y me llevaron con mis hermanas a un colegio de monjas.
Yo no quería estar allí  y pensaba todos los días en la forma de escaparme porque echaba de menos a mis abuelos y hasta a mis padres.
Allí en el colegio había algunas monjas que eran muy buenas, me querían mucho y me cuidaban muy bien, otras no tanto.
Por las noches, cuando me acostaba pensaba en la forma de “darle las vueltas a las monjas”4 para irme a la habitación de una niña que se llamaba María y era muy bonita. A mi me gustaba mucho y pensaba muchísimo en ella.
Una noche, cuando apagaban todas las luces del pasillo, abrí la puerta con mucho cuidado y llegué a la habitación de María.
Ella se asustó mucho y empezó a hablar con mi hermana, que era su compañera de habitación. Estaban tan asustadas porque las luces estaban apagadas y no veían que era yo, entonces yo les dije:

-       “¿Se queréis callar ya las dos joe? Que soy el Carlitos…”
-       “¿Qué haces tú aquí chiquillo?” Me decía mi hermana.

Y yo le dije que María era muy bonita y que yo quería dormir con ella, pero María me dijo que las monjas podían venir, a lo que yo le contesté que ya estaban acostadas. María me dijo que durmiera un ratito con ella pero que luego se fuese para su cuarto.
Yo, muy contento, me metí en la cama de María y me tapé con ella y le dije a mi hermana que se levantara para que corriera la cortina y entrara un poco de luz, así podría ver mejor la cara de María.
Yo, mirándola, le dije que era muy bonita y que si quería ser mi novia, para mi sorpresa, ella dijo que si y yo me puse muy feliz. También le dije que mañana íbamos a jugar juntos en el patio y que yo jugaba mucho con sus hermanos.
Al rato me fui a mi habitación y no pude dormir en toda la noche pensando en María, desenado que fuera por la  mañana para verla, estar con ella a su lado.
Cuando estábamos por el patio yo le decía que esta noche iría a su habitación a dormir con ella y ella muy asustada me decía que si Sor Lucinda me cogía allí me iba a dar una paliza, pero yo siempre le decía lo mismo, “no te preocupes bonita mía, que yo le doy la vuelta a las monjas.”
Recuerdo haber ido muchas noches a su habitación, recuerdo haberle dado algunos besos y hasta llegué a ponerme encima de ella y remear5 lo que un día vi, a pesar de que eramos muy niños los dos.

Mi dolor llegó cuando me tuve que separar de María porque me adoptaron.
A día de hoy, con casi 40 años que tengo no hay día que no me acuerde de ella.
Que Dios me la cuide y sea feliz."

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Ancá: Es una forma de decir "En casa de".
Wixky: Whisky.
Pimplaba: Bebía.
Darle la vuelta a las monjas: Engañar, darles esquinazo.
Remear: Imitar.


Como ya os dije, quería aprovechar esta entrada para contaros esta historia, totalmente verídica.
El protagonista de esta historia (que no se llama Carlos, por cierto) es un presidiario que ha tenido una vida más difícil de lo que estas lineas expresan.
Esta historia me conmovió al instante, no solo por el mensaje de amor tan bonito que esconde, sino por la manera en la que sus ojos se empapaban a medida que iba avanzando en su historia y por la sonrisa que se le escapaba cuando hablaba de sus abuelos, María (que tampoco se llama María, es por proteger su privacidad, supongo.) o incluso de sus padres.

El texto está transcrito tal cual, de ahí a que haya algunos errores gramaticales o de expresión, pero no me parecía bien corregirlo, pues la esencia de la redacción se perdería totalmente en mi intento.
Si hay algo que de verdad me marcó de este hombre fue una acotación que hizo una de las veces que hablaba de sus padres que decía así :

“En ese entonces no entendía porqué mis padres me trataban así, no entendía porqué no me querían, porqué no me abrazaban cuando tenía miedo por las noches, pero ahora lo entiendo, maestra, las drogas se adueñaron de nuestro huequito reservado para nosotros en sus cabezas, ellos no tuvieron la culpa, mis padres eran buenas personas…”

Por alguna razón la historia de este hombre me conmovió en su día y aún consigue erizarme la piel y emocionarme a día de hoy, sobre todo las últimas dos lineas.

Soy consciente de que el protagonista de esta historia no está donde está por cortar flores en el parque, soy consciente de que ha cometido un error para estar donde está, pero quiero que olvidéis donde está ahora, que ha podido hacer, por qué está en prisión, quiero que penséis cuán increíble es que una persona aparentemente tan dura pueda mostrarse tan vulnerable ante alguien... 
Me parece tan bonito que dentro de un corazón tan oscuro haya una fuente de luz aún por descubrir...
Dicen hasta el corazón más frío se derrite en las manos adecuadas y no cabe la menor duda de que así es. 

Me gustaría saber que os ha parecido la historia, que pensáis o si os ha gustado. Una vez más, mil gracias por leer.

                                                                 - iks